El mundo es complejo, está repleto de pequeñas cosas que nuestra
razón no alcanza a comprender y contra las que nuestro corazón no puede
combatir. A veces, la realidad estalla en nuestra cara, y solo a veces, la vida
nos enfrenta a verdades que se parecen más a puñetazos que a puños. Y ahí
estamos nosotros, en medio de todo ese amasijo de versos y
teoremas, en plena guerra, en una combinación de besos y empujones, de insultos
y tequieros, sin elegir nada, dejando que la suerte nos maneje a su antojo,
dejando que se lleve lo que nos pertenece, que acabe con nosotros, que nos
aniquile. Cuando el destino es cruel, sufrimos, y cuando sufrimos tenemos la
mala costumbre de querer superarlo, de agarrarnos a un clavo ardiendo con tal
de apaciguar un poco nuestro dolor. Hacemos cosas terribles, nos destrozamos a
nosotros mismos y destrozamos a todos los que pretenden ayudarnos, y es que uno
no sabe quién es realmente, cuán incinerable o incombustible es, hasta que no
pasa por alguna hoguera.

Todos, los que estamos aquí y los que están en tantas otras
partes, vivimos un desajuste. Unos más, otros menos, hacemos el esfuerzo por
organizarnos, por empezar de nuevo, por poner un poco de orden en nuestras nostalgias. Pero no
bien nos descuidamos, reaparece el caos. Y cada recaída en el caos es aun más
caótica. En ocasiones, recomponernos puede costarnos una vida. Por esa razón
nos hemos empeñado durante tantos siglos en vivir acompañados, porque todo
pequeño bache resulta insuperable si se está solo. Necesitamos a alguien, y yo
las tengo ustedes. No recuerdo exactamente cuándo nos conocimos, ni cuánto
tiempo hemos estado juntas pero si sé que son mi familia. Lo saben todo de mí,
cada secreto y cada manía. Dicen que todos nacen teniendo a alguien, ese
alguien está destinado a estar ahí siempre, con la distancia y las peleas,
cuando a uno le sobra el equilibrio y cuando a otro le fallan las piernas. Ustedes
son mi persona. Gracias. Gracias por haber estado siempre, porque nada podrá
romper esto, porque aun cuando perdí a mi otra persona se quedaron a mi lado,
por los abrazos, las resacas, los
desayunos, las cervezas y los silencios,
por todo lo que hemos vivido y lo que nos queda por vivir, por ser mi mezcla
perfecta que no puede ser separada.