jueves, 12 de enero de 2012

En busca de la felicidad

   Lo seres humanos somos infinitamente complejos  porque, a diferencia de una televisión o una aspiradora, nacemos sin manual de instrucciones y  venimos al mundo sin tener ningún objetivo que justifique nuestra presencia. Por esa razón, se inventó la palabra felicidad, ese pequeñísimo cúmulo de ocho letras engloba todas las razones por la cuáles estamos aquí, todo eso que, sin explicación alguna, nos hace sentirnos afortunados de  permanecer vivos.

   Aunque no este escrito y nadie de conferencias sobre ello, la felicidad también tiene sus leyes. En ellas se puede apreciar sin esfuerzo que no todo en la vida es bello, que nuestra existencia se compone de momentos buenos y momentos malos, que lo malo también hay que aceptarlo y aprender a convivir con ello. Se dice que si de verdad queremos ser felices no podemos pasarnos las horas esperando a que pase algo grande que lo cambie todo, sino que tenemos que apreciar las pequeñas cosas del día a día, que estamos en la obligación de cuidar a esas personas que darían un brazo por nosotros y que tenemos el  derecho  de perseguir nuestros sueños, por grandes que sean e  imposibles que nos parezcan. 

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