domingo, 14 de octubre de 2012

FREEDOM


Plantar los pies en el suelo, olvidar las leyes físicas y sentir que todo es posible mientras la música siga sonando y mi cuerpo siga girando. Golpear la superficie y dejar que la vida me suba por las piernas, se apodere de mí, me quite la tristeza y me endulce la memoria. Sentir que el mundo se estremece, que el ritmo sacude la tierra. Creer que no existen días malos, pérdidas permanentes ni penas que duren cien años mientras mis talones sean capaces de elevarse y acompasar su ritmo al de cada uno de los poros de mi piel, que en ese momento dejan de pertenecerme para pertenecer a la música que suena y al suelo que se tambalea bajo unos pies que tampoco son míos. Y bailar, bailar sin que los recuerdos hagan daño.
Porque fuera de un estudio todo será peor que dentro, y lo peor, siempre menos malo si me coge bailando.

"Baila, baila Zarité,
 porque esclavo que baila es libre... 
mientras baila"

                                                   Isabel Allende, La Isla Bajo el Mar


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