domingo, 22 de mayo de 2011

El tres es un número par

  Tener a alguien es el hecho de que cuando el mundo te pese demasiado y no puedas sostenerlo solamente necesites descolgar el teléfono y marcar dos números para estar bien, son las mesas de tres,  las borracheras de tres y las camas de tres. Es haber pasado por millones de personas y encontrar a dos con las que te sientes tú, es no importarte lo que piense el resto, ni que les de miedo tu perro o  dormir en tu casa de la playa porque va a venir un tsunami, es quererlas con sus mayores temores y estupideces, es no juzgar ni que te juzguen, es aburrirte un domingo y aparecer en su casa, es tener un mal día y pagarlo con ella porque sabes que al día siguiente será historia, es tener más ropa de ellas que tuya en tu armario, es decirle jirafa y luego ahogarla con un abrazo, es dejarle los deberes y hacerle las redacciones, es tener una canción y una película que les guste a  las tres, aunque sean lo más opuesto del mundo. La vida es como el juego de los barquitos donde el mundo es la caja y los barcos somos  las personas, sin saber cómo ni por qué, las reglas nos han colocado en un punto donde se encuentran dos coordenadas, y es ahí, en el punto P, 21 donde está todo lo que necesitas, y tienes que amarlo como si fuera lo único que tienes, sabiendo que algún día tendrás que decirle adiós para cambiar el rumbo a otras coordenadas, porque  aún cuando te vayas ese será tu lugar.

sábado, 7 de mayo de 2011

Efecto mariposa

Cada siete años las células de nuestro cuerpo mueren para dar paso a unas nuevas, mudamos la piel. Físicamente somos los mismos, pero biologicamente hemos cambiado hasta el más insignificante poro.
Todas las pequeñas cosas de la vida están en continúo cambio; transformándose, fusionándose  metamorfoseándose, enriqueciéndose o empobreciéndose, y sobre todo, muriendo para dejar paso a otras nuevas. Lo extraño es que pretendamos no cambiar, que prefiramos una sola realidad inmóvil , que nos aferremos a viejos recuerdos en vez de generar otros nuevos,  que nos empeñemos en creer que, a pesar de las mil teorías científicas,  todo en la vida es permanente. El cambio es constante; nacemos incompletos, necesitamos crecer y cambiar, pero enfurecemos cuando alguien lo hace, le exigimos que vuelva a su antigua personalidad  porque necesitamos al ser que era antes. Nos duele enfrentarnos a que ese cambio se convierta en un pérdida y pensamos en cuantas amistades y relaciones se han roto porque uno ya no es lo que era.