miércoles, 27 de octubre de 2010

1000 años pasarán.

Nutrición, relación, reproducción. Quizás no sea lo único que necesitamos. El simple hecho de jugar a la escuelita con tizas comestibles, vaciar el baúl de los disfraces o esconderse en una caja de cartón son funciones bastante vitales. Jugamos demasiado con tacones y metrallas de juguete y nos olvidamos del placer de perseguirse por la calle o hacer potingues en una cocinita . Queremos crecer demasiado rápido y acabamos siendo más pequeños que nosotros mismos. Pero por mucho que nos creamos alejados de él todos llevamos un Peter Pan que que nos persigue y nos seguirá obligando a correr descalzos o acabar con una tableta de chocolate con 19, 30, 50 y 80 años de edad. Feliz cumpleaños.

lunes, 11 de octubre de 2010

Armadura.

  Estaba completamente concentrado en mis tres paginas sobre dios sabe que datos del mundo consumista cuando alcé la cabeza y la vi allí, al otro lado de la ventana, con la mirada pérdida, con las piernas encogidas hacia su pecho, como si estuviera taponando una herida, como si el echo de dejar de taponarla supusiera que se le escapara la vida. Pasé mucho tiempo observándola, tanto que ni siquiera lo calculé, cayó la noche y yo seguía allí, intentando divisar algo a través de la ventana de su cuarto. Y así pasaron los meses, se acabó el otoño y pasó la primavera, y seguía mirándola, intentando buscarle una explicación a su mirada pérdida y a su herida en el pecho.
  Me costaba verla así. Desde que me salvó de ahogarme en el cajón de arena en el jardín de infancia nunca me había separado de ella. Ella era la dura, la que fumaba, la que había estado con chicos y montado en moto. La quería, nunca pude definir cómo o cuánto, pero la quería. Lo sé porque el verano pasado fue a visitar a su tío al otro lado de la ciudad y después de no saber nada de ella en dos semana me dí cuenta de que la calles, los juegos, las carreras y el toca discos de mi padre no era lo mismo sin su risa escandalosa a mi lado. Y ahora estaba allí, muerta de miedo, y aunque no supe porque, lloré, lloré como un niño sintiéndome dueño de un dolor ajeno y en gran parte, desconocido.

domingo, 3 de octubre de 2010

Motas de felicidad.

Volar es simple, solo tenemos que alzar las alas, cerrar los ojos, despegar los pies que nos amarra al suelo y despegar. Podemos acabar con las leyes de la gravedad o la aerodinámica, comernos las nubes o colgarnos de las estrellas. Si nuestro corazón se hunde y no podemos caminar, andamos por andar. Si el oxígeno es demasiado denso y no podemos respirar, abrimos los ojos y nos sentimos afortunados.
Porque hay una etapa en la vida de las personas en la que dejamos de saber quienes somos. En las que nos quedamos sin puertas y recurrimos a las más pequeñas ventanas, pero sin esperarlo, la ventanas se convierten en vetanales. Volar es simple, tanto como ir contra el viento.