miércoles, 22 de septiembre de 2010

Tumor con forma de corazón.

Vivo en el pecado. Unos mil años sin confesarme dan para mucho, pero me concentraré en una sola cosa: Tengo miedo. El miedo es inútil, infantil, destructor. Pero me invade. Tengo miedo de perder. . Miedo a dormirme y despertarme al día siguiente sin saber que él no va a estar ahí. Porque cuando apoyo mi cabeza en la almohada me mata su ausencia. Porque cuando abro los ojos y no le veo se me vacía el estomago de golpe y los órganos se me evaporan. Sus ojos cerrados, su boca entreabierta, su cara esquiva. Su mano en mi cintura, la que hace que mi corazón siga latiendo. Nunca pensé que se pudiera vivir sin aire.

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