sábado, 18 de septiembre de 2010

El cielo está demasiado vacío.

Su historia era la historia de un muñeco de cartón, como Pinocho nació inerte, al contrario que él, no tenia ni a Gepeto ni a un hada madrina. Se refugiaba entre las viejas mantas ajenas, las cajas de embalaje y los colchones abandonados. Durante el invierno temía morir congelado, durante el verano anhelaba morir abrasado. Desde su pequeño país particular observaba todos  los días a los habitantes de su mundo, el único que había conocido, y se preguntaba qué pasaría si el viejo de pelo blanco dejara de hablar solo, o si el borracho habitual del bar de la esquina se afeitara, o  si la señora del gato gris  se sentara en otro banco del parque. Se preguntaba si la chica del pearcing en el ombligo se seguiría maquillando demasiado y si  la profesora de lengua seguiría perdiendo les examenes. Se preguntaba si alguien aparte de él se percataría de los pequeños cambios en las pequeñas vidas ajenas. Se preguntaba si el resto de almas estarían tan ocupadas como para no fijarse en el viejo de pelo blanco, el borracho del bar de la esquina o la señora del gato gris. Se preguntaba si alguien se había dado cuenta de él que estaba ahí, de que ese era su mundo, el único que había conocido.

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