
La vida no es más que un mero accidente, una piedra inútil que nos entra en los zapatos. P
arece que no regala, que solo da patadas y te mata de dolor, que no hay nada que pueda aliviarlo, porque es algo nuestro, porque le pertenece a quien lo sufre, y ni nada ni nadie e capaz de apaciguarlo. Es algo tan propio, tan fuerte, tan punzante. Y ya no era la herida o el frío o el fallo de mis extremidades, ni siquiera me afectaba la falta de aire, porque estabas tan lejos, a tantos metros de distancia de mí, que no me importaba querdarme plantada allí mismo hasta que mi corazón se parara. El triste ensayo de todo lo que nos falta y nunca será nuestro. Hasta que cerré los ojos y te vi, te vi en todos los pasos que he dado, todos los cigarros que he fumado, las canciones que he escuchado, te vi y solo eso me bastaba, porque me convertiste en una luchadora que peleaba con la única esperanza de que no te fueras del todo. Porque sin darme cuenta algún día desaparecerás , te esfumaras como el humo y no volveré a tenerte a mi lado. Y mientras tanto me lanzaré a tu cuello y mi corazón latirá por ti, y convertiré mis besos en tu despertador, y conseguiré que me mandes a callar todas las mañanas, que me agarres la cintura y me acerques a ti, que tu aliento me mantenga viva, porque aunque no seas la persona que esperaba que me hiciera feliz eres la única que necesito.
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