sábado, 27 de julio de 2013

    Es curioso como algo tan ligero como una página puede resultar tan difícil de pasar, pero también es curioso como llega  alguien y es capaz de cambiarla de golpe y porrazo. Con el tiempo aprendemos que el amor va mucho mas allá del inútil intento de agradar al otro, con el tiempo encontramos ese amor que necesitamos en aquellos que siempre han estado ahí, los que se que se quedan sin importarle que estemos locos o llenos de agujeros,  sabiendo que tardaremos mucho tiempo en curarnos, aquellos que conocen nuestros puntos débiles y que saben que los fuertes en realidad no lo son tanto.  
   No  hay un manual para superar las pérdidas, nadie nos indica que decisiones tomar ni a dónde debemos mirar, aun así tú me enseñaste a valorar los recuerdos que tengo y a dejar de lamentar aquellos que nunca tendré.



sábado, 2 de marzo de 2013

Miembro fantasma


     Los que sufren una amputación a menudo experimentan una sensación donde estaba la extremidad amputada, sienten que sigue ahí. El síndrome se llama miembro fantasma, es como si el cuerpo no aceptara el terrible trauma que ha sufrido y la mente intentara completarlo . Los que padecen este síndrome hablan de muchas sensaciones diferentes, pero  la más común de todas es el dolor.      

Las personas podemos ser tercas cuando hay que aceptar el cambio, conservamos la esperanza de volver a estar enteros y luchamos por ello con uñas y dientes hasta que, de un modo u otro, entendemos la nueva realidad y aceptamos que lo que se ha ido lo ha hecho para siempre. 

domingo, 24 de febrero de 2013

Un millón de cicatrices

Cuando él se fue se llevó una parte de mi y no tuve más remedio que el de aprender a vivir a medias. Creo que me dejó tantas cicatrices, tantos recuerdos de lo que salió mal, que me he convertido en un ser débil, con un miedo terrible a dar un paso por si me caigo.
Cuando superamos una gran pena el primer objetivo es evitar volver a sufrirla, y para ello, rechazamos todo eso que nos pueda hacer un poquito más felices. Creemos que si nos permitimos algún salto lo más probable  es que acabemos en el suelo, entonces tendríamos que volver a esperar a que el dolor remita, encontrar las fuerzas para levantarnos y regresar al principio. Vamos por la vida de puntillas porque tenemos miedo de pisar en falso y olvidamos que así también podemos perder el equilibrio, quiero decir que cuando nos dejamos llevar también nos pasan cosas buenas y que cuando tenemos mucho cuidado también corremos el riesgo de perder lo que queremos.