Hoy hace 730 días que te dejé entrar en mi vida, y justo hoy, después de meses residiendo en mi cabeza día y noche, ha llegado el momento de dejarte ir. Podría escribir mil libros que tratasen sobre lo mismo, sobre el mismo, podría volver atrás una y otra vez y recomponer pieza a pieza lo vivido, podría narrar cada detalle de tu voz y describir cada milímetro de tu piel. Que te conozco muy bien, que se que es lo que hay que decirte para que sonrías y donde tocarte para que te de cosquillas, que te sabes mi comida favorita y las películas que me gustan, que conozco tu olor, detecto cuando estas contento o enfadado, que me has observado mientras dormía y has sido el hombre de mi vida. Era tan adicta a ti que pensé que lo nuestro sería para siempre, me lo diste todo, me convertiste en la persona más feliz del planeta y fuiste el centro de mi mundo, pero he asumido que ya no hay vuelta atrás, que la vida son etapas, que algún día aparecerá otro alguien y que ahora tengo que aprender a estar sin ti, aunque no me termine de acostumbrar a tu ausencia y aunque nunca vayas a irte del todo.
Si piensas que todo el mundo esta contra ti, recuerda que los aviones se elevan contra el viento.
martes, 21 de febrero de 2012
martes, 14 de febrero de 2012
Siempre me encuentro contigo
Hemos aprendido que a cierto dolor sólo se sobrevive conformándose a él, adaptando a su garra cada una de las células de nuestro cuerpo. Que es inútil combatirlo, darle de lado, inútil olvidarlo. Que hay que llevarlo dentro y dejarle hacer su tarea, cavar su hoyo, morder su presa, abatir a su víctima. Hay que vivir en paz con el dolor y acompasar nuestro paso al suyo.
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